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Juliana Ospina
“Quiero anunciarles en este momento que renunciaré al programa en dos semanas por culpa del bajo rating. Como este noticiero es lo único que tengo en la vida he decido suicidarme. Volaré mis sesos en este mismo programa y horario la próxima semana. Así que sintonícenlo el martes”, dice en vivo a las cámaras el presentador de noticias Howard Beale, un hombre que sacrificó la mitad de su vida en la televisión y que lo único que se llevó a cambio fue el rechazo de sus dirigentes y su público.
Los productores de la cadena UBS y empresarios enloquecen cuando ven a Beale (Peter Finch) a través de los monitores. Lo cortan y lo sacan del aire. Los directivos piensan en echarlo pero Beale aduce que estaba borracho y pide una última emisión para despedirse del público. Al otro día lo hace diciendo “Les diré que pasó: me cansé de tanta mierda...”. Su franqueza funciona para el rating, y lo que ayer eran noticias sin audiencia hoy son vituperios con aplausos. Diana Christensen (Faye Dunaway), la ambiciosa ejecutiva de programación sin escrúpulos convence al director del noticiero, Max Schumacher (William Holden), para que no lo despidan sino que vuelva al aire en un nuevo programa, con un set diferente donde actúe como telepredicador. Y es así como la cadena de televisión empieza a consumir el alma de Beale, a pesar de la advertencia de, su jefe y amigo, Schumacher de que tiene problemas psicológicos. La meta es subir el rating, ganar más dinero a cualquier costo. Así les cueste la vida de una persona. Shumacher busca convencer a Beale de que renuncie y cuide su salud, pero éste se siente estimulado por la libertad que tiene para expresarse, aunque eso implique modificar el modelo tradicional de presentación de noticias.