20 de febrero de 2010

In the mood for love (Won Kar-Wai)



Posibilidades estéticas para después de la desgracia
(Fernando Astaiza)

La película empieza con el hecho cotidiano de buscar una cuarto para arrendar y con el trasteo de la señora Li-zhen, quien va a vivir en una habitación de un apartamento con su pareja; por su parte, el señor Chow también es un recién llegado al edificio, y su habitación será justo al lado del apartamento en el que vivirá Li-zhen con su esposo. Hasta ahora esto no tiene nada de particular, a excepción del hecho de que pronto nos daremos cuenta de que el esposo de la señora Li-zhen vive un romance con la esposa del señor Chow.

La vida en común de este vecindario hará que en un principio veamos a los propietarios de estos dos apartamentos compartir la cena e incluso algunos juegos de mesa, circunstancia que prácticamente obligará a los inquilinos a asistir a estas veladas. En estas escenas se esperaría que quedara planteada alguna idea del lazo conyugal que une a cada una de las parejas del film, pero las condiciones de dicha unión rápidamente se perciben difusas, además, cierto arte de la escena y la fotografía confirmará esta apreciación. Wong Kar-Wai usará un par de planos en profundidad para las secuencias en las que muestra a la familia Chow y a la de Li-Zhen en medio de algunas personas que rompen el plano al atravesarlo de un lado al otro, o bien nos desorientan al hablar de una serie de cosas corrientes, además, como espectadores pronto percibimos que la unión afectiva de las parejas no va bien, pues nunca tendremos una toma clara para ellos. En general, a lo largo de las pocas escenas conyugales solamente los protagonistas (Chow y Li-zhen) tendrán sobre sí la cámara, del esposo de Li-zhen solamente escucharemos su voz en off, y de la esposa de Chow habrá una corta secuencia borrosa que claramente no tiene la intención de mostrar al personaje; en otra escena estará dando la espalda a la cámara cuando contesta una llamada telefónica de Chow y le dice que no debería pasar por ella pues tendrá un turno laboral largo, pese a lo cual Chow pasa a su trabajo, pero ella ya se ha ido.

Tras las sospechas, cada conyugue vivirá separadamente el proceso de comprobación y el infiel será sometido a sencillas pruebas de las que no saldrá bien librado. Luego se iniciará la experiencia coordinada de la cámara, la fotografía y la actuación, para construir un proceso de interiorización, dolor, coraje y vergüenza en cada uno de los protagonistas, los cuales empezarán a repetir sus caminos y a descubrir, con la soledad, la rutina. El aislamiento de aquellas comidas con los vecinos, pues se prefiere mirar al vacío; salir a caminar en la noche, como lo hace la señora Li-zhen; quedarse en una oficina como lo hace Chow, quien fuma y llena el espacio de humo. Como si esto fuera poco, la composición de cada cuadro y de los distintos planos hará que una nueva historia surja desde los objetos mismos, pues parece que por una especie de recato se nos evita la presencia directa de la situación humana que ellos viven, entonces, a partir de pequeños detalles como son los libros sobre un armario, cortinas, vestidos delicadamente usados y espejos, o bien desde la acción vivida en las calles al anochecer, los callejones y la lluvia, se experimentará a la distancia las dudas y emociones con tal intensidad que el espectador además de observarlas se sentirá interpelado. Cuando queremos salir del estado sombrío en el que nos sumergimos con los personajes abandonados, es porque esperamos comprobar (tontamente) que el destino los puede unir, pues sus caminos son demasiado estrechos como para no cruzarse, tal como sucede en la bella escena del restaurante subterráneo en donde se encuentran por casualidad Chow y Li-zhen, sin embargo, ella simplemente le dará paso y él sólo la mirará.

Pese a todo, ni siquiera el juego de las casualidades que cruza sus caminos puede ocasionar algún tipo de relación; a través del impacto de los plano-secuencia vemos que simplemente prefieren el lugar que conservan como vecinos y por lo cual simplemente se saludan; así, mientras que ella sale del restaurante y se dirige a su habitación a comer sola, él sólo baja las escaleras y come, también, en soledad. El hecho de salir, comprar su comida, caminar por la noche y encontrarse el uno con el otro, es vivido como la alternativa a la que fueron sometidos por el abandono, y no como una posibilidad tras la que pudieran contemplar el encuentro y la cercanía con el otro.

Lo que continua es el tejido de las situaciones que ha gustado tanto en Wong Kar-Wai, que de la mano de las paradojas del tiempo o de las situaciones humanas, desarrolla variaciones posibles con el arte del cine para salir de aquéllas, esto es, un arte de la narración de la historia que hace del suceso un juego que sirve para crear salidas, quizá propias de Oriente, pero que son útiles para evitar la desgracia total o el clisé de la felicidad, en la que podría finalizar esta situación desde una perspectiva occidental.

Después de un duro ejercicio de aceptación de la soledad y de la certeza de los hechos, el señor Chow y Li-zhen comenzarán una discreta amistad el día en el que comparten una mesa en un restaurante y confirman que sus respectivas parejas los engañan. El acercamiento que se permitirá cada uno y que el espectador espera, es enteramente construido o ensayado con variaciones de la misma escena, las repeticiones son un divertimento y una parodia punzante para el trascendentalismo del espectador. En la noche en la que finalmente él rompe el hielo y la invita a salir, ella se enoja y vemos que realmente ninguno de los dos sabe qué hacer, y, sin ningún tacto, ella le recalca que su marido nunca expresaría tal cosa. Abriendo las posibilidades que ellos no se saben dar, la repetición de la escena liberará las cargas, y así ella se muestra relajada completamente, pues juguetea con la corbata de Chaw, y esta vez el diálogo hace énfasis en que de cualquier modo alguno de los dos (el esposo de Li-zhen y la esposa de Chow) tendría que haber dado el primer paso, mas ella, sin ambages, le pregunta a Chow: ¿conoce realmente a su mujer?

Finalmente cenan y en ese escenario, aún ajeno para ellos, no saben qué pedir, ni cómo compartir ese momento, por lo que ella sugiere que podría comer lo que le gustaba a la esposa de Chow, e igualmente él pedirá lo que comúnmente pide el esposo de la señora Li-zhen. Esta despersonalización que está tras el juego que crean, difícilmente lo entendemos desde Occidente, pues deja entender lo ajeno que es para ellos hallarse en una situación tan íntima como lo puede ser una cena, con este evento cada uno reacomoda la ausencia de sus respectivas parejas y soluciona de manera provisional la situación de privación en la que están al tener que continuar con sus vidas ahora que están solos y arrojados el uno al otro.

Tras este juego de choque y de fractura, el acercamiento será tan intenso para ellos como decepcionante para el espectador occidental que espera que esto culmine en una relación sin ambages, tal como puede quedar sugerido por la progresiva cercanía entre ellos dos. Mas los sentimientos de ella y de él no superarán los de una dignidad inquebrantable de tipo social, pero más aún, de carácter vital y realmente afectivo. Ella aprenderá a dar cabida a experiencias para las que no fue preparada en su vida -pues estaba casada-, y además, tendrá en él la manera de transformar su tristeza, en tanto que él redefinirá sus objetivos, todo mientras experimentan la manera de estar juntos sin estar unidos, a través de la comida, de las llamadas por teléfono, de compartir un taxi, de tomarse la mano e incluso dormir en la misma habitación. El doble carácter de la relación explora niveles extraños de pasión y de amor, y, a su vez, la definición de una situación que no van a dejar que se salga de sus manos, todo para que al final se marque el camino que debe tomar cada uno.

Los elementos y la conformación estética del espacio que rodea esta “relación”, aunque sirvan para representar secuencias afectivas, sólo expresan el manejo poético del vacío mismo de los signos corrientes del amor y que son comunes al espectador masificado, porque lo que a nuestros ojos puede conformar una historia de amor, delata más bien la historia de una fuga, pues los objetos y los eventos de tal historia a la larga no terminan de testimoniar y completar la experiencia de lo que viven los personajes, que finalmente sólo buscan un lugar para sí después de tamaña desgracia, desde luego, la pertinencia de este comentario tiene que ver con la participación de nuestros imaginarios respecto a la infidelidad, la ausencia y nuevamente el enamoramiento, debido a lo cual el espectador se siente sorprendido cuando observa la progresiva separación de los protagonistas, pues nuestra visión rosa se violenta con los giros y la expresión final del film.

Si hablo, sin embargo, de posibilidades estéticas tras esta obra es porque los personajes logran convertir el dolor y la prevención en la que están atrapados y dar cabida a ese otro (que al fin y al cabo es doble, pues es una figura del conyugue que se ama, pero que también, engaña, y además es Chow o Li-zhen) que se enfrenta y no se sabe cómo percibir, gracias a la ausencia de premura y la capacidad de experimentar una vida que los supera con creces. El hecho de que Chow decida escribir nuevamente sus historias de ficción olvidadas durante su matrimonio y que Li-zhen se convierta en su lector, habla de la posibilidad de resarcir lentamente la sensibilidad, cuando crean la escena hipotética del reencuentro entre Li y su esposo y la repiten varias veces, Li-zhen enfrenta a su vez varias veces su realidad: Chow hace el papel de esposo y ante los cuestionamiento de ella, acepta que la ha engañado, ella llora y descansa a medida que recrean la historia; sucede al final así, con la despedida. La escena es repetida y finalmente el espectador no acaba de entender si en realidad se van a separar o no, con lo cual sólo consigue involucrarse a fondo con una sensibilidad que debe ser descifrada, o sencillamente ignorada si se ubica desde el desconcierto occidental.

No hay comentarios:

Publicar un comentario