26 de septiembre de 2009

No. 001 Decadencia

Últimamente hemos pensado mucho en la decadencia, lo que ya dice mucho de nosotros, aunque sin duda dice aún más de estos tiempos. Tanto la hemos pensado que incluso llegamos a formular una suerte de reglas generales de la decadencia, principios sine qua non, leyes básicas. Decadencia como caída, libre o controlada, con paracaídas o a carne viva, con los ojos cerrados e insultando o a conciencia y con resignación (que siempre es triste), en soledad o con compañeros de hazañas, de la índole que éstas sean. Así, se necesita siempre el referente temporal y espacial que indique el talante de la caída, o el talante de la apuesta, que para el caso es lo mismo: un tiempo pasado en el que todo fue mejor para unos, no así, claro está, para todos los “otros”, y una cima o una pendiente que se escaló y desde la cual se miró hacia abajo, a los que pernoctaban en la normalidad, en la medianía. Ahora, con la caída, algo termina: uno está terminando. Y sin duda el arte es uno de los lugares más idóneos para dar cuenta de ese humano afán de la superioridad, de la altura, y el cine la ha tomado con los cadáveres frescos de esos personajes para los que el mundo, tal como lo conocieron, tal como lo comprendieron, y, sobre todo, el mundo en el que triunfaron, en el que creyeron ser felices y hasta exitosos, ha desaparecido, se ha esfumado o derrumbado: desde Norma Desmond, la estrella de cine mudo “pasada de moda” en Sunset Boulevard, de Billy Wilder (que no en vano fue traducida como “El Ocaso de una Estrella”), hasta el entrañable Toulouse-Lautrec del Moulin Rouge de John Huston (que como un mercenario nos lanza casi todas sus bombas cinematográficas atrincherado en la decadencia y los ocasos de pequeños mundos y grandes sueños). La cima atrae, hace pensar que vale la pena; pues siempre sienta bien mirar desde arriba pero, sobre todo, saberse mirado, por eso, como un hoyo negro, atrae e hipnotiza. Todo lo que sube tiene que caer, y cada vez más rápido. The rise and fall of… es la historia de la vida. Aún así la caída no es siempre el final, si se aprende a vivir abajo; algunos, en el cine, lo han logrado. A propósito de esto o a pesar de esto, estos CAHIERS DE DVD que recién inician están “dedicados”, en papel y tinta, a la decadencia y la caída.

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