Según los datos del portal Proimágenes en Movimiento, la primera producción cinematográfica colombiana fue El drama del 15 de octubre, de 1915, un documental sobre el asesinato del general Uribe Uribe; entre 1915 y 1979 se hicieron en Colombia apenas 116 películas, y el periodo más prolífico en cuanto a cantidad de producciones realizadas en el país es el que va de 1980 a 1986 (77 largometrajes); finalmente, desde 2007 se registra un crecimiento comparable al de los años 80, y todo apunta a que va a ser sostenida la tendencia a estrenar más de 10 películas al año. Han corrido 95 años desde El drama del 15 de octubre; se hizo cine mudo y cine a todo color, se hicieron, y se siguen haciendo, adaptaciones de obras literarias; la violencia, el narcotráfico y la miseria se erigieron como los temas más recurrentes durante varias décadas, y la comedia y el drama (en sus versiones más telenovelescas) parecen ser los géneros más representativos a un lustro de cumplirse 100 años de cine colombiano. ¡Cien años! En todo este tiempo se ha querido consolidar una industria y un público, se ha fracasado y se ha vuelto a intentar; hoy, gracias a la histórica terquedad que caracteriza a las empresas cinematográficas, el festival de cine de Cartagena gana en importancia al tiempo que, poco a poco, otros más se consolidan; hay más espacios académicos y pedagógicos para el aprendizaje de la producción cinematográfica, hay más concursos y mejores premios, más realizadores de videoclip (cuya historia está por contarse), y hay más productoras independientes que bajo modelos de gestión e inversión mixtos financian, junto a los grandes medios de comunicación, nuevas producciones y nuevos directores. Falta mucho y el panorama está lejos de ser el mejor, sin embargo, la ley de cine o instituciones como Focine, Proimágenes en Movimiento, el Fondo para el Desarrollo Cinematográfico y la Fundación Patrimonio Fílmico Colombiano representan ellas mismas victorias importantes alcanzadas en todo este tiempo.
A propósito de tanta historia, Cahiers de DVD entrega su cuarto número dedicado enteramente al cine colombiano, del cual hoy hay más que decir porque hay más que ver; un cine en el cual notamos con entusiasmo que el calificativo de “colombiano” está menos relacionado con la falta de presupuesto y las malas condiciones técnicas, y más, o eso esperamos, con los universos de referentes culturales y sociales que hoy atraviesan y hacen el país. Valga entonces este momento importante del cine nacional para que Cahiers de DVD se sume a este optimismo, dejando atrás las modestas condiciones técnicas de los números pasados y, así como el cine, poco a poco ir mejorando y avanzando (en calidad más que en cantidad); por ello, con el ánimo de hacer más amable su lectura, Cahiers de DVD deja la fotocopiadora y se pasa a la imprenta (quién lo hubiera pensado). El cine cada día nos atrapa y nos sorprende más, por eso parece que habrá Cahiers de DVD para rato; al tiempo, somos optimistas por lo que se ha visto últimamente en las salas de cine y en las salas de nuestras casas, por eso esperamos, reclamamos y deseamos más, más y más cine colombiano.
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