10 de agosto de 2011

Raging Bull (Martin Scorsese)



El toro salvaje
Luis Eduardo Reyes

La realización de “El Toro Salvaje” o “Raging Bull” tuvo rasgos casi milagrosos. Después del fracaso de taquilla de “New York, New York”, película en la que Scorsese había puesto toda su fe y todo su talento, el director italoamericano entró en una depresión que disimuló con una juerga prolongada con sus amigos roqueros, que, por cierto, son algunos de los más importantes del mundo, como es de esperarse. Scorsese regresó a Estados Unidos y de inmediato se internó en una clínica para desintoxicarse de toda la droga consumida y, ahora sí; para vivir cara a cara la depresión. Por esos días conto con el apoyo de Isabella Rossellini, como se sabe, hija de los legendarios Ingrid Bergman y Roberto Rossellini ; dicho apoyo fue fundamental así como lo fue el hecho de que se le apareciera en el hospital Robert de Niro para convencerlo de dirigir la historia de Jake La Motta. Los argumentos de De Niro fueron contundentes : “tengo que aumentar treinta kilos de peso, estoy en la edad límite para someter a mi cuerpo a semejante experiencia; además tú eres el único que la puede dirigir. De Niro, claro está, hablaba de una historia que guardaba características ideales para hacer un Scorsese: basada en hechos reales, el protagonista es un italoamericano, es un “perdedor” (a propósito del prejuicio estadounidense), tiene triunfo, derrota, romance, amores perdidos, además de muchos motivos de reflexión.

Fat City (John Huston)




“¡Nos vemos en Stockton!” 
David García

Estaba escribiendo un texto sobre “Fat City”, la película dirigida por el gran John Huston a principios de la década de 1970, y el texto iba más o menos así…

“Aunque “Fat city” trata la historia de dos boxeadores, uno viejo y uno joven, en todo caso boxeadores perdedores, como decía Roberto Bolaño que debían ser los verdaderos boxeadores, en el fondo no es una película sobre boxeo, sino la historia de una ciudad donde todo y todos, sin importar lo que hagan, están marcados con el sino de la derrota: Stockton. Una ciudad donde se reparten consejos, y de entre todos los consejos el más importante: hay que irse, ¡huir!, y todos lo repiten hasta el cansancio. Una ciudad donde cada quien tiene conciencia del momento exacto en el que su vida se echó a perder, porque se les ha ido la vida pensado y dándole vueltas a ese momento (“Si no hubiera perdido esa pelea”, “Si hubiera ganado el campeonato”, en fin, “si esto o si aquello”…). Una ciudad donde el tiempo no significa nada y el dilema de la edad se resuelve fácilmente: se es viejo o se es joven, punto. Para los jóvenes aún queda alguna oportunidad de ganar una mano y largarse; si se es viejo todo está perdido y sólo resta esperar. 

Rocky (John Alvidser)


Rocky 
Vladimir Caraballo

La violencia, más que nada, siempre estará por fuera; real y radicalmente por fuera. Siempre condenable, siempre incomprensible, siempre escalofriante, fiel representante del desorden, del caos. Pero también, y sobre todo, siempre distinta, siempre retadora, siempre renovada, siempre sorprendente. Al lado de tantos intentos de decir cosas nuevas, de hacer cosas nuevas, de distinguirse, de rebelarse, de fugarse, de salirse, de revolucionar, la violencia sencillamente ha nacido por fuera; y es esa naturaleza la que le permite, como a nada más, mostrar los límites de la moral, los límites del orden; le permite desnudar nuestros miedos, nuestros deseos, nuestros valores, nuestras mentiras, nuestros instintos, nuestras formas de razonar. Así como diría alguien acerca de las peleas de gallos -viéndolas no hacemos más que vernos a nosotros mismos-, ver boxeo es presenciar un espectáculo en donde unos cuantos desgraciados se sacrifican para representar una tragedia acerca de la humanidad. Pero al grano: Rocky, de John Alvidser, 1976. 

Rocco y sus hermanos (Luchino Visconti)


El boxeo: otra ocasión para lo marginal 
Fernando Astaiza

Una película sobre boxeo, bien puede ser a su vez, el drama de una joven pareja, una familia, una mujer, un alcohólico, un drogadicto, etc., pues al parecer, el pugilismo por sí mismo, no es el tipo de situación cinematográfica que garantice una película taquillera, y mucho menos, una que se pueda considerar de culto. Al parecer, los títulos sobre boxeo no tienen un público que los recuerde o los clasifique en una escala reconocida, o más aún, celebrada. 

En el caso de Rocco y sus hermanos (1960), dirigida por Luchino Visconti, tenemos un trabajo cinematográfico en el que tres hermanos han sido boxeadores, y a su vez, han tenido que ver con la misma mujer (Nadia), pero si se propone una lectura como la del neorrealismo cinematográfico, vemos que el filme muestra las formas sociales que se descomponen y se recomponen cuando los personajes hacen frente a las condiciones económicas, políticas, religiosas o ideológicas en las que se encuentran, en un entorno como el europeo. Por lo mismo, la lectura que ofreceré, presenta una caracterización del boxeo desde el punto de vista del neorrealismo, y a su vez, revisaré una serie de imágenes que aún pueden ser elocuentes para el público contemporáneo y que permiten pensar la relación entre el boxeo y el cine neorrealista italiano.

9 de agosto de 2011

No. 006 Películas de época

La sexta entrega de los Cahiers de DVD está consagrada a las llamadas “películas de época”, una expresión que suele usarse para referirse a la dirección de arte, pero que sin duda trasciende los problemas del vestuario y las locaciones. Las películas de época cuentan, cómo no, hechos históricos, enriquecidos por las posibilidades de la ficción. Como estos hechos históricos suelen referirse a la Historia con mayúsculas, la historia europea entre los siglos XV y XIX, la película de época estereotípica tiene música barroca, cortejos reales y pelucas empolvadas. Sin embargo, solo dos reseñas de esta entrega pueden situarse, con reparos, en esa categoría: el texto de Arturo Uscátegui sobre Danton (1983), de Andrzej Wajda, y el de Mauricio Montenegro sobre Los Duelistas (1977), de Ridley Scott. La primera historia ambientada en la Revolución Francesa, y la segunda en el reinado de Napoleón.

Para ampliar un poco la perspectiva sobre las relaciones entre historias e Historia, en este número hemos incluido reseñas de películas que se sitúan, por ejemplo, en una indeterminada y oscura edad media, o en el futuro imaginado por la Alemania del ascenso nazi. Es el caso de los artículos de Juliana Ospina, sobre La brujería a través de los tiempos (1922), de Benjamin Christensen, y de Elena Escobar sobre Metropolis (1926), de Fritz Lang. También hemos incluido una reseña de Fernando Astaiza sobre el demencial retrato que Werner Herzog hace de la conquista de América en Aguirre, la ira de Dios (1972). Finalmente, David García nos entrega un texto sobre Gangs of New York (2002) de Martin Scorsese, esa descarnada visión de la fundación de los Estados Unidos.

En esta ocasión, Cahiers de DVD recibió propuestas de nuevas colaboradoras (Juliana Ospina y Elena Escobar), y logró, después de reiterados esfuerzos, el apoyo de Arturo Uscátegui. Esta es, hasta el momento, la entrega más extensa de estos Cahiers. Esperamos tener también nuevos lectores y lectoras que se sumen a este proyecto.