24 de marzo de 2012

Panic in the street (Elia Kazan), Ace in the hole (Billy Wilder)


El encubrimiento, la indiferencia, la impostura 
Fernando Astaiza

Con las películas Panic in the street, de Elia Kazan (1950), y Ace in the hole, de Billy Wilder (1951), no obtenemos una definición canónica de los medios de información, y por lo mismo no cabe en este artículo presentar una; antes bien, desde dichos films es mejor exponer las imposturas que los suelen atravesar.

Panic in the street, es la encrucijada de un delincuente (Blackie) que se ve perseguido por asesinar a un marinero inmigrante (Kochak) que arribara a New Orleans; mas lo que se configuraba como un hecho delictivo o una venganza personal, involucrará diferentes organismos de control político y social, debido a que la autopsia de Kochak dio como resultado que se encontraba contagiado por una fiebre neumónica contagiosa. 

De este modo, un integrante de la armada de Estados Unidos (Clint) será el estratega encargado, no sólo de la búsqueda y captura de Blackie, sino de la operación secreta que eliminará el factor de riesgo que amenaza la salud y el equilibrio del cuerpo social norteamericano. En esta medida, la operación también contemplará la exclusión de los medios de información que se interesaran en la situación, por lo que su ausencia será el papel interpretado y a señalar, pues resultan sometidos por las imposiciones de la acción política. 

En este sentido, habrá un margen de desconocimiento social que ayuda a pronunciar el suspense, tanto como el thriller que Kazan no duda en definir: la investigación del teniente de la armada tiene que entregar resultados debido a la posible configuración de una epidemia general, pero, por otro lado, se debe alejar a los medios para que el ámbito civil o público se mantenga al margen, mientras que en cualquier momento el delincuente puede desaparecer definitivamente portando la enfermedad. 

En un principio, este cerco le será indiferente al personaje, pese a que los investigadores empiezan a introducirse entre los trabajadores del puerto, en las bodegas de carga, los restaurantes y los hostales de la zona, pero lo primero que Blackie asumirá, es que tal operativo está relacionado con algún elemento de valor que el inmigrante portaba a la hora de arribar a la costa de Estados Unidos, por lo cual se ocupará de perseguir y cuestionar al único familiar del inmigrante asesinado, quien a su vez ya agoniza a causa de la mortal enfermedad. 

Finalmente, cuando el cerco se cierre en torno a Blackie, ni siquiera el malentendido por el que es perseguido le será de utilidad, pues su culpa como delincuente lo empujará a abrir fuego y a protagonizar una huida digna de recordar en el marco de la historia del cine. El hecho por el que considero que esta película se deba tener en cuenta en nuestra tematización “medios e información”, tiene que ver con que estos apenas son aludidos, y por lo mismo, la configuración del acontecimiento se da sin su mediación, por lo que la intervención de la opinión pública se ausenta dejando a Blackie en una impotencia absoluta ante el control directo del Poder. 

En este punto, recalco el hecho de que los medios y la información de la prensa encuentren justificable el conocido reclamo que hacen constantemente en nombre de la libertad de la información como bien público. 

De otro lado, en Ace in the hole, tenemos a un minero (Leo) que ha quedado sepultado en una mina abandonada en Nuevo México, y por otro lado, a un periodista (Tatum) que ha encontrado en el más remoto de los Diarios (el “Sun Bulletin”) la oportunidad de volverse a ocupar como articulista, tras haber sido echado de distintos diarios de New York. El primero busca restos arqueológicos para venderlos en la tienda que posee en medio del desierto de Nuevo México; el segundo espera la ocasión para volver a los diarios neoyorquinos. En su momento, el accidente de Leo será la ocasión para que Tatum fragüe una historia sensacionalista, que hará de la mina un lugar en donde se agolparán quienes asisten al mártir, pero también aquellos que sólo se acercan para ser entrevistados a través de la radio o para surtir sus hogares de suvenires alusivos al accidente. 

Sin importar las condiciones en las que se encuentra el herido, el periodista y los que se han agolpado en la mina manifiestan su impostura pues se sirven de la experiencia agónica que sufre Leo, para su propio provecho. Con todo, Leo y el público ignoran que el rescate ha sido prolongado para el beneficio del periodista, lo que no quita que Leo en un principio guste de su popularidad y empiece a construir los consabidos castillos en el aire una vez sobreviva al accidente, y que el público disfrute de su papel de espectador recreado por los medios. 

A través de la filmografía de Billy Wilder, y la de Elia Kazan, vemos una serie de personajes que se traicionan así mismos, bajo la forma de un sacrificio o como un gesto de maldad. En las películas aquí comentadas tenemos una versión más radical de esta vivencia, pues lo que aquí se pervierte, es el programa social de los agentes que se encargan de transmitir, administrar e integrar la información en las distintas esferas de la población. En Ace in the hole, tal impostura consiste en el hecho de que se vulneró la seguridad de un hombre con tal de mantener vigente un espectáculo para el público, pues con la ayuda de un médico se calculó la capacidad del herido para sobrevivir al aprisionamiento que soportaba bajo las rocas, mientras se le administraban medicamentos y se taladraba la montaña para posibilitar el rescate. En Panic in the Street, vemos el manejo privativo que dan los organismos de control a ciertos hechos que pueden afectar el cuerpo social en su totalidad, a la vez que aíslan a los medios de su papel informativo, y en este sentido, se sume al público en el desconocimiento. 

En estas circunstancias, podemos concluir que la vivencia del hecho informativo en una sociedad que convive cada día con los medios institucionales de información, no ofrece directamente las evidencias de un acontecimiento, sino que éste se presenta elaborado de acuerdo a intereses laborales, estatales e institucionales. Pero decir esto, tras el agotamiento de la primera década del siglo XXI, es en efecto una verdad de Perogrullo, mas en el comienzo de la década del 50 del siglo XX, dichas películas asimilaban el músculo y el efecto de una actividad que decía interesarse por el bienestar de la comunidad y la libertad, mas en la práctica evadía dicho fin y no tenía límites cuando de ganar la aprobación de la opinión pública se trataba. 

En este caso, el cine ha servido para que el público interesado construya un criterio que asuma los distintos puntos de vista que hay que tener en cuenta para la construcción de la noticia, tanto como las implicaciones que tiene el hecho de que dicha noticia involucre las vivencias de las personas, pero más allá de eso, se exponen los intereses individuales, institucionales y corporativos que la tarea de desarrollar la información implica. 

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