21 de marzo de 2011

Häxan - La brujería a través de los tiempos (Benjamin Christensen)


“Corazones de paloma hervidos a la luz de la luna” 
Juliana Ospina 

Para muchos cineastas europeos del norte, el terror nunca fue un género lejano al que recurrían esporádicamente. Era parte de su universo y por lo tanto de su filmografía. Para Benjamin Christensen, actor y director danés nacido en 1879, fue tan importante que su transición de actor a director fue gracias al terror. 

Christensen fue un vanguardista del cine danés, y la obra que lo consagró fue Häxan (La brujería a través de los tiempos), en el año 1922, en Suecia. Por esta época Dreyer presentaba Páginas del libro de Satán, y Murnau a Nosferatu. El cine sueco brillaba con tal esplendor que atrajo a Estocolmo a los mejores directores daneses: Dreyer y Christensen.

Durante casi dos horas divididas en siete capítulos, Christensen alterna magistralmente la ficción y el documental para mostrar la influencia de la nigromancia, la hechicería y la superstición en la historia. Para esto se inspiró en la literatura judicial de los siglos XVI y XVII. Como toda obra vanguardista, ésta es bastante provocadora, y rompe con las costumbres cinematográficas de la época y del lugar. Christensen no escatima en mostrar monjes obsesionados por la lubricidad, recién nacidos dentro de ollas de agua hirviendo, hechiceras copulando con los demonios, monjas con ataques de locura al ver al demonio, un muestrario de instrumentos de tortura, y hasta el ano del diablo besado en un aquelarre de sábado. 

Pero, a pesar de todo, la película no fue censurada, algo que el historiador cinematográfico Georges Sadoul justifica en un plano artístico y pictórico: “El sadismo y la obscenidad de ciertas escenas hubieran podido limitar la carrera de este film singular a salas especializadas, prohibidas a ‘menores de 16 años’. Pero como en Brueghel y Callot, -en los que se inspiró directamente Christensen-, el arte transfiguraba los detalles que sin él habrían sido vulgares o repugnantes”[1]. 

La brujería a través de los tiempos es una de esas obras maestras olvidadas con el tiempo. Cualquiera diría que, hoy en día, es un despropósito ver una película del año 1922 recreando ambientes medievales. Pero a esta película la hacen bastante entretenida esas historias que se representan como cuadros del Renacimiento (evocando a Brueghel o El Bosco), el pictoricismo que respira, el maquillaje y las máscaras de cartón, las demostraciones “reales”, las ilustraciones de los libros, el erotismo, y los efectos especiales logrados con transparencias, trucaje y yuxtaposición de imágenes. 

Durante los siete capítulos recorremos la historia de una forma didáctica; al principio nos cuenta la historia de la hechicería ayudándose de grabados antiguos y rótulos explicativos. En la segunda parte nos muestra varias historias de hechicería del siglo XV, a través de ejemplos que pasan de la ilustración a la puesta en escena, con situaciones y diálogos bastantes pintorescos. Una muestra de ello: 

─Karna, ¿podrías conseguirme una poción de amor que haga efecto sobre un devoto hombre de la iglesia? 
─Mira, joven doncella, toma una poción de excrementos de gato y corazones de paloma, hervidos a la luz de la luna. Una gota en la bebida de un hombre ablandará su corazón de inmediato.
 
En los otros capítulos vemos recreaciones más largas donde explica, por ejemplo, un proceso por brujería en Alemania desde su inicio hasta su fatal desenlace. Christensen recurre al humor incluso en los capítulos más siniestros, como en el muestrario de instrumentos de tortura en la época de la inquisición. Ya el último capítulo retoma algunas secuencias anteriores y las muestra a la luz de la época moderna y las explicaciones que hacia 1921 se estaban dando a esos fenómenos: la histeria, el sonambulismo o la locura. Cada capítulo termina con el rótulo de “Continuará…”, lo que lo deja a uno con la sensación de que, de hecho, cada una de esas anécdotas se seguirán repitiendo en la historia; podrán cambiar las creencias, pero seguirán existiendo. 

Una película que combina perfectamente documentación y humor, de la mano de un realizador que provocó a sus contemporáneos como nadie lo haría. Esa provocación lo llevó a Berlín a trabajar de nuevo como actor y de allí a Hollywood, donde realizó sólo algunas películas mediocres. Pero ya ninguna mala película le quitaría el mérito de ser el gran vanguardista del cine mudo danés. 

[1] Sadoul, Georges. Historia del cine mundial: desde los orígenes. Disponible en: http://bit.ly/hHTEb1

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